Pasar al contenido principal

Chuletas de cerdo


Las chuletas de cerdo fritas son un gran clásico de la tradición casera, queridas por grandes y pequeños. Se preparan con filetes de lomo o solomillo de cerdo, tiernos y sabrosos, y se empanan de la forma más sencilla. Basta acompañarlas con una guarnición ligera o unas patatas fritas para conquistar a todos en la mesa.
30’ min.
Fácil
4 personas
Ingredientes


  • 4 filetes de solomillo o lomo de cerdo
  • 2 huevos
  • Leche (c/n)
  • Harina (c/n)
  • Aceite de girasol alto oleico
  • Sal (c/n)
  • Pimienta (c/n)
     
Preparation


Primero, toma las rodajas de cerdo (ya sea de solomillo o lomo) y, si es necesario, golpéalas ligeramente con un mazo para carne para que queden más finas y tiernas. No deben ser demasiado gruesas, así se cocinarán de forma uniforme. Una vez hecho esto, sécalas bien con papel de cocina: eliminar la humedad ayudará a que el empanado se adhiera mejor.

Ahora prepara todo para empanar. En un plato hondo bate los huevos con un tenedor. Añade un poco de leche (unos 2 cucharadas) para que el empanado quede aún más esponjoso y un poco de pimienta al gusto para dar un toque extra de sabor. No pongas la sal en el huevo, añádela solo después de freír para mantener la cobertura crujiente. En otro plato pon harina suficiente para enharinar todas las rodajas.

Pasa cada rodaja primero por la harina, asegurándote de que quede bien cubierta por ambos lados, luego sumérgela en el huevo batido y deja escurrir ligeramente antes de reservarla. Si quieres un empanado más grueso, puedes repetir el paso huevo-harina una segunda vez.

A continuación, vierte abundante aceite de girasol alto oleico en una sartén grande y caliéntalo. El aceite debe estar caliente pero no humeante: un buen truco es sumergir la punta de un palillo de madera — si se forman burbujitas alrededor enseguida, el aceite está listo.

Fríe las chuletas de pocas en pocas para no bajar la temperatura del aceite. Déjalas cocinar unos 3–4 minutos por cada lado, o hasta que estén bien doradas y crujientes. Cuando estén listas, escúrrelas con unas pinzas o una espumadera y colócalas sobre un plato con papel absorbente.

Solo ahora añade la sal, cuando las chuletas aún estén calientes pero ya fuera de la sartén: así el rebozado se mantendrá crujiente y no se humedecerá.

Sírvelas enseguida, bien calientes, quizá con una rodajita de limón para exprimir encima o una guarnición a tu gusto. Una receta sencilla, pero que hace felices a todos. ¡Buen provecho!

Quizá le interesen...